Estos días en los que la salud está en riesgo, se hace patente la importancia de las actividades que realizan las personas trabajadoras del sector sociosanitario que de una u otra forma están directamente relacionados con el cuidado de las personas. Es precisamente ahora, cuando la vulnerabilidad y la fragilidad de las personas se ha visto generalizada en toda la sociedad, cuando ésta reconoce de forma generalizada, con sus aplausos a las ocho de la tarde, el valor del trabajo que desempeñan los profesionales de la salud.
Ahora que la salud está en riesgo es cuando somos conscientes de lo valiosa que es, y cobra especial relieve el cuidado más allá del derecho a la asistencia sanitaria, el derecho a que los poderes públicos deben hacerse cargo de la dimensión social que tiene el Estado de Bienestar para hacerla extensiva a todos la ciudadanía. Parece obvio, que hay que garantizar los servicios de cuidado y su valor engendra obligaciones que conciernen a toda la ciudadanía.
Las trabajadoras de Residencias y de Ayuda a Domicilio están en primera línea de una emergencia de salud global y siempre son las grandes olvidadas. Los efectos de la propagación de la enfermedad y las dificultades derivadas de las drásticas medidas adoptadas para contener la ola de contagios, nos conciernen a todas y a todos los componentes de esta sociedad, cuando enfermamos o cuando el riesgo de enfermar, como ahora, corren riesgos. El primer paso para acometer el cambio es cuestionar la legitimidad del sistema de salud para después modificarlo, pero en esa tarea tendremos que conseguir incluir al sector sociosanitario en el debate, porque si no lo hacemos, seguiremos mostrando solo una parte del cuidado que debemos solucionar.
Más salud pública es más protección, un sistema nacional de cuidados, debe dar respuesta al riesgo individual y al riesgo colectivo de enfermar. Responder de forma eficaz, significa reconocer el cuidado como un aspecto de la protección de la salud, la cual es, a su vez, un derecho fundamental, y por lo tanto debe ser garantizado por el estado. Garantizar todos los servicios de cuidados y las ayudas económicas y sociales es muy necesario si queremos reforzar el trabajo efectivo el cuidado pues forma parte de las responsabilidades de un estado social.
Este personal sin tiempo para el estupor, sin un segundo para encontrarse, perdidas y perdidos en este oscuro espacio de irrealidad donde nos ha situado el confinamiento y la paralización general, las trabajadoras y trabajadores de las Residencias de Mayores, y Ayuda a Domicilio han tenido que apretar los dientes y trabajar. Trabajar desde el minuto cero para responder a una situación de gravedad inusitada, a unas condiciones y necesidades en nuestras residencias que superan de largo los peores momentos vividos.
La actual pandemia está poniendo de manifiesto que individualmente no podemos hacer frente a algunas amenazas, que dependemos irremediablemente de los demás. La dramática realidad en las residencias de ancianos también les está pasando factura a sus trabajadores, quienes estos últimos días se enfrentan no solo a una mayor carga de trabajo, sino también a un duro golpe emocional. Trabajadores y trabajadoras que están viviendo la crisis del coronavirus como una pesadilla y que asisten a su trabajo con pánico. Que si a las personas trabajadoras no las cuidamos, que si no se “las protege”, ellas también enfermaran y en muchos casos perderán la vida.
El periódico de “La Vanguardia” el 4 de abril, recogía las reflexiones de algunos intelectuales de diferentes ámbitos ante la situación de pandemia que vivimos en la actualidad. Cada uno de ellos busca “una lección que aprender” de cara al futuro. Me gustaría recoger aquí algunas de ellas para suscribirlas plenamente. El historiador Keith Lowe ponía el acento en que debemos aprender a valorar a las personas trabajadoras claves, los que ponen la comida en los supermercados, los que cuidan de las personas mayores y de los enfermos, y algunos más que no se detiene a enumerar pero de los cuales habitualmente a penas nos acordamos, ellos son solo un ejemplo de esos trabajadores y trabajadoras imprescindibles para la sociedad. El historiador económico Emmanuel Felice, señalaba que la lección a aprender es que “hay cosas más importantes que la economía”, nótese que es un historiador económico. Entre lo que apuntaba la filosofa Victoria Camps señalaba “el valor del conocimiento científico y el de un Sistema Sanitario Público sólido y bien dotado de recursos, y el de una auténtica política de provisión de cuidados requiere de una dotación de recursos públicos”. Nada más oportuno para recordar en el día de la saludque nuestra salud no está en venta, como rezaba una de las campañas del Sindicato Europeo de Servicios Públicos, que la FeSP-UGT suscribió.
Finalmente la filosofa Adela Cortina, señalaba cómo esta pandemia nos ha dejado claro que “la vulnerabilidad y la fragilidad nos constituyen, personal y socialmente”, en definitiva nos recuerda que dependemos unos de otros para proporcionar seguridad y bienestar tanto físico, como físico, como psíquico y emocional a las personas que se ofrece el cuidado. El objetivo es dar respuesta a esta interdependencia que señala que en la lucha por la vida ganaría la sociedad si se refuerza “ese valor sagrado que es el apoyo mutuo a ser cuidado”.
Las trabajadoras y trabajadores del Sector Sociosanitario de Castilla y León llevamos muchos años peleando por defender estos servicios, como garantía de seguridad de cuidados adecuados, de implicación con la tarea. Luchando contra los recortes, la merma de las plantillas, que han sobrevivido al límite y sobrecargadas de trabajo, y hemos multiplicado nuestro esfuerzo para que la factura de estos recortes no la paguen las personas que atendemos. ¿Cómo estaríamos ahora si no hubiéramos mantenido la presión sindical para conseguir alguna de esas incipientes mejoras? Las empresas deberían de aprender, deberían haber aprendido antes… Por eso queremos tranquilizar a familiares y resto de ciudadanía.
En nuestras Residencias empleamos hasta la última gota de nuestro esfuerzo y compromiso para minimizar el daño que esta crisis pueda causar a nuestros usuarios, que vamos en el mismo barco, que son nuestra razón de ser como profesionales y nos dejamos la piel junto a ellas y a ellos. Nunca dejaremos que nos echen la culpa a nosotros y nosotras por lo que sale en los medios. Para eso defendemos, con nuestra representación sindical y con todos los medios a nuestro alcance, las condiciones necesarias para realizar nuestro trabajo. Por eso reclamamos plantillas suficientes, equipos de protección contra el virus, pruebas rápidas para detectar y aislar los casos positivos lo antes posible, medios adecuados para trabajar como debemos trabajar, como sabemos trabajar, como queremos trabajar.
QUIZÁS HASTA AQUÍ LOS APLAUSOS NO LLEGUEN, pero sabemos que nuestro trabajo merece un gran reconocimiento social, equivalente al esfuerzo que nosotras ponemos diariamente para cumplir con nuestra imprescindible labor. Sentimos en nuestro interior, palmada a palmada, que nuestros vecinos y familiares salen a los balcones también por nosotras.
Debemos aprender que hay cosas más importantes que la economía, y que la salud es una de ellas, por eso es imprescindible un Sistema Nacional de Atención de cuidado público que materialice el derecho a la asistencia sanitaria, que debe ser garantizado por el estado. Que debemos reconocer el valor del trabajo de aquellas personas que realizan tareas imprescindibles para la vida, y finalmente que sin reforzar el valor sagrado que es el apoyo mutuo no sería posible salir a delante, porque nos guste o no somos interdependientes.
Desde la FeSP-UGT Castilla y León queremos agradecer a todos los profesionales como a la población en general, el apoyo mutuo que se está manifestando durante estos días, unos en su puesto de trabajo, otros incorporándose a reforzar los servicios esenciales, otros quedándose en casa y realizando tele-trabajo, hoy, un pequeño homenaje a todos esos trabajadores imprescindibles para la vida, en el día mundial de la salud.